Camino a ninguna parte
jueves, octubre 27, 2005
  no no
¿Por qué va uno perdiéndose, alejándose de sus sueños? Ya ni siquiera recordaba qué hacía antes, qué cosas me interesaban o me motivaban. Acabo de ver algunos videos y fotografías de hace entre uno y tres años. Ahí hago y digo cosas con las que en este momento no me identifico en absoluto.

Como mucha gente, no sé qué diablos estoy haciendo con mi vida. El principal problema que tengo es que todo me está pareciendo ordinario y aburrido. Voy a la escuela y no soporto estar ahí sentado, solo quiero largarme y dejar de estar escuchando al tipo que está parado enfrente. No me entusiasmo, no me interesa tomar apuntes ni aprender nada.

Si estoy en la calle no puedo evitar pensar que es la misma ciudad asquerosa en la que he pasado toda mi vida, cada vez más horrenda, con colonias nuevas añadiéndose a los bordes como si se tratara de una infección en crecimiento.

Creo que en general la rutina me está acabando. Sin embargo, no tengo energía para cambiar las cosas de una buena vez y así no tener nada de qué quejarme. No puedo, no puedo.
 
lunes, octubre 24, 2005
  intro/extro
Anoche pasaron reportes en los noticieros acerca de los saqueos que ocurren en Cancún tras el paso del huracán Wilma. Hablaron de cómo la magnitud de los saqueos es tal que el ejército no ha podido contenerlos.

Mi abuelo me dijo que ahí se veía la naturaleza humana, pero que todo el tiempo hay que luchar para contener esa parte nociva de nosotros mismos. No lo contradije porque no me gusta discutir con él. En parte tiene razón, pero solamente porque observar un comportamiento dentro de las normas permite que la estructura social no se desplome. Sin embargo, si fuera al revés el individuo estaría más cerca de su yo auténtico. Los saqueadores son la negación de las normas pero afirman de esa manera su personalidad y unicidad.

En algún canal de TV, ya tarde, pasaron una película o serie que utilizaba una técnica de animación interesante: sobre escenas normales grabadas con actores se dibujó cada cuadro, creando una "caricatura realista". Más o menos como será con la película A Scanner Darkly, si es que la estrenan. En esa película de ayer, un muchacho y una chica se topan de frente al doblar una esquina, y se piden perdón uno al otro, para luego seguir su camino. La chica se da media vuelta y detiene al muchacho, para decirle que "no quiere ser una hormiga". Según ella, somos como hormigas que simplemente van rastreando con sus antenas para no chocar. Siguen su camino sin errores pero no les importa lo que les rodea, solo continúan con su misión social. Así que con ese cuento comienzan una conversación y luego se van juntos.

Eso es reflejo de alguien que se siente alienada de sí misma por la sociedad, es parte del todo pero no cultiva su personalidad. Pensé sobre eso en la noche, y creo que es peor lo contrario. Es peor no poderte integrar de manera funcional a la sociedad porque no puedes salir de tí mismo entre más lo intentes. Es como una forma ligera de protoautismo. No se puede disfrutar de las alegrías que le pueden brindar al hombre las distintas formas de convivencia.

Ambas formas están jodidas.
 
jueves, octubre 20, 2005
  Mi historia con GNU/Linux
El post anterior es tan avergonzante como sincero. Como pueden notar, no lo he escrito yo solo, sino que fue compuesto por tres personas distintas con la ebriedad como factor común. Lo he releído algunas veces pero me resisto a quitarlo, es una expresión y un recordatorio de la presencia de mis amigos en mi vida.

Cambiando radicalmente de tema, es bien sabido por quienes me conocen que he apoyado a la plataforma GNU/Linux desde hace algunos años. No siempre he sido capaz de dominarla, pero las distribuciones se han vuelto cada vez más sencillas de instalar y utilizar. Justo en este momento reinstalé la Gentoo, que me parece una de las mejores para aprender a explotar el potencial del sistema operativo.

Cuando comencé a dar mis primeros pasos en la dirección del software libre y el sistema GNU/Linux, aún tenía mi vieja máquina Cyrix MII a 166MHz y con 24MB de RAM. Como no sabía nada del asunto, me conformaba con arrancar un floppy con la distribución BasicLinux y jugar un poco, aunque me frustraba que careciera de interfaz gráfica. Esa máquina ni siquiera podía con el Corel Linux, el día que intenté instalarlo no arrancó.

Tiempo después conocí la distro SuSE 8.1, que instalé en mi PC actual. No soportaba una gran parte de mi hardware, así que permanecía largos periodos en su partición sin ser tocada. Una gran mejora vino con SuSE 9.1, que me reconoció todo el hardware incluyendo impresora y escáner.

Una grata experiencia vino después con Ubuntu. En este momento es una distribución genial para personas que no tienen mucho contacto con Linux, como yo en ese momento. Instalé la versión 5.04 con escritorio KDE y fui feliz mucho tiempo, pero sentía que me faltaba control. Sentía que muchas cosas eran instaladas sin que yo lo supiera o lo aprobara. Finalmente opté por Gentoo, una distribución basada en código fuente cuya instalación es una aventura, que mal llevada puede acabar en fracaso.

Ya antes la había intentado instalar, justo antes de Ubuntu, pero fracasé. La fase de particionar el disco duro con la poderosa pero escueta herramienta "fdisk" me dió inseguridad, y configurar el kernel estaba fuera de mis capacidades.

Hoy lo he logrado, compilé el kernel incluso con soporte para framebuffer, instalé los módulos de mi tarjeta nVidia tras compilarlos, metí el servidor X y Blackbox como manejador de ventanas... Los que entiendan de lo que hablo comprenderán la gran satisfacción que se siente.
 
domingo, octubre 09, 2005
  Saturday night live
Andamos bastante mareados después de casi botella y media de whisky. Pasamos unas horas tocando guitarra y cantando muy, muy mal. Uno de nosotros ya se fue a ver a su ¿novia? y otro ya se había ido porque supuestamente le dolia la cabeza. Ahora estamos escuchando música variada y platicando acerca de la decepciones que trae el amor. En general pasamos un buen rato... Creo que he fumado más de 10 cigarrillos. Pero al final de todo, ¡qué bien estamos! solamente así podemos olvidarnos de nuestras ordinarias y patéticas vidas. Tantos desencantos, tantos malos ratos ratos; en unos minutos desaparecen y nos volvemos trascendentes, casi transhumanos. pero aun estamos aqui destilando un poco de whisky, si whisky lo que le pasa uno por ser "fino" al menos pareserlo... Ya regresé (el de la "novia?"), no hay ninguna maldita desgraciada mal agradecida que merezca mas estar con ella que con mis amigos (o al menos no ha llegado aún), por lo pronto estoy de regreso compartiendo los pocos ratos de verdadera 'relajación' (un poco mas de whisky y me relajo hasta el suelo jajaja) y de convivencia amena con este grupo de fulanos a los que más que amigos los considero mis hermanos y que se que siempre habrá muchos momentos como este, donde nos reunamos y hagamos cualquier pendejada que se nos ocurra, desde berrear como idiotas ya con algunas copas hasta mofarnos de nosotros mismos... No hay momentos en los que disfrute más la conviencia que estos, como el que estamos pasando en el CHANGARRO, ya pinche Javier, pon a los MARRANOS!!!!
 
jueves, octubre 06, 2005
  Ventana al pasado
Este es el relato de una pesadilla que tuve hace poco. Me parece muy importante conservarlo porque hacía mucho, mucho tiempo que no tenía ni una sola. Fue como si mi mundo onírico volviera tras una prolongada e infeliz ausencia.

Yo tenía un recuerdo de un viaje a un pueblo (Aculco) que nadie más poseía. Solo yo sabía que alguna vez estuve en ese lugar cuando era pequeño, y nadie me creía. Intenté buscar a más gente que hubiera estado en ese viaje, que pudiera corroborar mi historia, pero la vaguedad de mis recuerdos y descripciones hacían imposible cualquier comprobación. La única imagen fija en mi mente era una vista a través de una ventana, desde dentro de una habitación oscura de estilo rústico y llena de artefactos viejos y abandonados. A lo lejos se veía el costado de un templo muy antiguo, de la época colonial, que está en el centro del pueblo.

Años pasaron, y yo hice mi vida lejos de mi tierra natal. Un día se me informó que la casa donde había pasado toda mi infancia era mía, y junto con un amigo volví a la ciudad para revisar la casa.

Una vez ahí, nos dedicamos a buscar objetos que tuvieran algún valor o utilidad, pues pensaba deshacerme de todo lo demás y acondicionar la casa para rentarla. El cuarto que mi padre utilizaba como su taller estaba especialmente sucio y nos detuvimos en él más tiempo que en los demás, por la abundancia de cosas. Mirando debajo de su mesa de trabajo, noté un rectángulo oscuro. Metido debajo de la mesa, lo tomé con cuidado, tratando de no dañarlo. Al limpiarlo con cuidado me dí cuenta de que era un negativo fotográfico. Le quité el polvo con un poco de agua y lo sequé. Al mirarlo a contraluz me pareció extrañamente familiar. Corrí a buscar la ampliadora de mi padre por la casa y la limpié tan rápido como pude. Monté el negativo y, girando la cabeza del aparato, proyecté la imagen en negativo sobre la pared, de modo que con el tono blanco de la pared y la oscuridad de la habitación pude ver bien de qué se trataba.

Era yo, a los cuatro años de edad, parado en medio de una habitación algo oscura y llena de artefactos. Detrás de mí, una ventana dejaba ver el costado del templo principal del pueblo de Aculco.

Lo que me provocó horror de esta historia fue que a esas alturas, tras pasar toda la juventud queriendo convencer a todos los que me rodeaban de que mi viaje había sido verdad, ya no quedaba vivo nadie a quien mostrarle la evidencia.
 
miércoles, octubre 05, 2005
  Una tarde cualquiera
Voy caminando bajo el Sol de la tarde. Golpea mi cara con fiereza, me obliga a cerrar los ojos como si no mereciera verlo. El concreto bajo mis pies se siente más duro que nunca, con una infinidad de grietas que anticipan su destrucción. A mi paso me encuentro con gente de todo tipo: personas de tez multicolor que en mi recuerdo forman a un solo individuo amorfo.

Un árbol, con sus hojas agitadas por el viento, eclipsa al Sol de manera parcial. Rivaliza con los vitrales de una catedral: forma imágenes cambiantes con la luz que alcanza a atravesar la barrera verde. Imagino cosas. Creo ver rostros conocidos.

A cada paso me siento más agotado que antes, y la ansiedad aparece. Más y más, se apodera de mi mente. Es un gérmen que se reproduce a toda velocidad por la frágil estructura de mi consciencia, carcomiéndola y sustituyendo mis vagos pensamientos por una frase. Al principio es como un susurro en mi oído, parece que alguien me llama pero no quiere que me percate del todo. Luego es como en una conversación, y se hace molesto. El volúmen sube hasta alcanzar un grito, un aullido, que me dice "¡otra dosis, otra dosis!" y no puedo soportarlo. Acelero el paso aunque sienta que mis piernas se desgarran y mi corazón salta fuera de mi pecho.

Finalmente cedo. Tomo la caja, saco uno de esos malditos tubos y lo enciendo, para luego forzar el humo hasta lo más recóndito de mis pulmones. Todo está bien otra vez.
 
martes, octubre 04, 2005
  Recuerdos odiosos
Estos días han sido prácticamente insoportables. Acabo de volver a la escuela, solo para encontrarme con mi ex. Tal vez si la relación que teníamos hubiera sido de otra naturaleza no me sentiría mal... Pero en general no me arrepiento: es mejor explotar de una vez que quemarse lentamente, y eso fue exactamente lo que pasó.
¿Alguna vez probaste a dormir cuatro horas en la noche y cuatro en el día? Antes me ha pasado, y ahora he estado en riesgo de repetirlo. No se lo recomiendo absolutamente a nadie. Nunca descansas, la mente se altera y todo te pone de mal humor. No tienes energía para hacer nada en absoluto. Como decía el libro de El Club de la Pelea, cuando tienes insomnio todo parece la copia de una copia de otra copia.
Estoy intentando combatir la ansiedad y desesperación de estar cerca de esa mujer que tanto quise y acabé detestando. Es una confusión muy interesante: la odio por las cosas estúpidas y dolorosas que me hizo pasar, pero siempre que la veo llega la avalancha de momentos deliciosos a mi mente y me provoca una nostalgia nauseabunda que no puedo despejar.
Escribir toda esta mierda es bastante terapéutico, pero creo que lo único que me librará de su presencia que envenena mi cerebro y contamina mi vida será no volver a verla jamás.
 
Siempre en ese extraño estado entre la vigilia y el sueño

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